Por décadas el Estado ha venido aplicando en La Araucanía fórmulas para obtener la paz social y potenciar su desarrollo que no han logrado los resultados esperados. Así lo demuestra el incremento sostenido de los hechos de violencia en la región, el producto interno bruto per cápita más bajo del país, el último lugar en el Índice de Competitividad Regional y los niveles de pobreza y extrema pobreza más alto de Chile.
En este escenario, es urgente tener una nueva mirada para enfrentar y responder a la problemática regional. En primer lugar, es necesario que las políticas que se diseñen combinen elementos que permitan alcanzar una sana convivencia con medidas que favorezcan el dinamismo económico que La Araucanía ha perdido. Asimismo, se debe terminar con la violencia en todas sus formas, para que la región pueda vivir y desarrollarse en el clima de paz y confianza que añora la inmensa mayoría de sus habitantes. Y finalmente, en cuanto a la política de entrega de tierras, se requiere considerar nuevos mecanismos para su adjudicación, que resguarden la transparencia que estos procesos requieren y aseguren que quienes tienen derecho a ella efectivamente la reciban.
Partiendo de los supuestos antes señalados, los esfuerzos deben concentrarse en la construcción de confianzas entre todos los actores, sincerando el diálogo y apuntando las políticas hacia la derrota de la pobreza y la no discriminación de las comunidades indígenas. Además, la temática indígena debe abordarse desde la perspectiva de una visión multicultural, reconociendo en la diversidad de sus habitantes una riqueza y un potencial que podemos ofrecer al país. Finalmente, es imperativo trabajar por una mayor participación política del pueblo mapuche, especialmente en lo que respecta a la creación de un organismo que sea un interlocutor válido en la materia, así como en la elección de autoridades indígenas que verdaderamente representen el sentir de sus comunidades y en la materialización de las modificaciones legales e institucionales que para estos efectos se requieran.
No cabe duda que la Araucanía está frente a una encrucijada: Seguir por el mismo camino por el que ha venido transitando con poco éxito o dar un vuelco a su situación actual y construir la región en la que queremos vivir en el futuro.
Lorenzo Dubois
Presidente
Fundación Aitue