La reciente encuesta publicada por el CEP sobre la realidad del pueblo mapuche urbano y rural, aporta múltiple y muy valiosa información sobre el sentir de dicho pueblo en materias culturales, políticas y sociales. Como Fundación quisiéramos detenernos en tres aspectos: La percepción sobre los cupos reservados en el Congreso, la utilización de la lengua mapuche y el clima de violencia en La Araucanía.
En cuanto a cupos parlamentarios la encuesta presenta un apoyo importante tanto de mapuches (65%) como de no mapuches (55%) frente a esta medida que permitiría una mayor participación de los pueblos indígenas. En este sentido la experiencia internacional indica que los países que cuentan con espacios reservados en sus parlamentos canalizan a través de estos representantes las iniciativas y puntos de vistas de los pueblos, transformándose además en líderes políticos que contribuyen a institucionalizar el diálogo, lograr acuerdos que perduren en el tiempo, dado que son representante legitimados.
Respecto a la utilización de la lengua, las cifras muestran el aumento de 10 puntos de aquellos que no hablan ni entienden el mapudungún en comparación a 2006, alcanzando un 67%. Estas cifras son particularmente graves si se considera que la disminución del numero de hablantes, genera efectos graves sobre la transmisión de tradiciones. Como organización hemos planteado constantemente la importancia de dar mayor relevancia al mapudungún a través de su oficialización en región de La Araucanía y el reforzamiento de los programas educacionales bilingües.
Finalmente los resultados presentados por el CEP dan cuenta de una reconocimiento transversal frente al agravamiento del clima de violencia en la región. Las cifras presentan que un 57% de la población mapuche cree que la actual situación que se vive en La Araucanía es peor que hace 10 años, cifra que aumenta a un 63% en el caso de los no mapuche.
Distintos actores regionales hemos planteado como un camino para mejorar las relaciones y fomentar el desarrollo intercultural, la instalación de una mesa de diálogo que favorezca los acuerdos entre todos los que habitamos y queremos esta región. Sin embargo, vemos que el primer llamado a instalar y empujar dicho diálogo, esto es el Estado, a través del gobierno de turno, no visibiliza a las regiones y sigue diseñando políticas con criterio centralista sin las regiones. Sea por esta vía u otras, el revertir el clima de violencia actual es un desafío impostergable que requiere ser abordado sin mayores dilaciones, con una mirada desde la región, con autoridades locales empoderadas.
Lorenzo Dubois
Presidente Fundación Aitue